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martes, 27 de julio de 2021

¿Cómo crecer y evolucionar a los niveles de eficacia docente superior? reconoce a los distintos tipos de profesores universitarios (I): los profesores de nivel dualista.


Es claro que no todos los profesores universitarios son iguales, aunque la mayoría suelen tener ciertas características en común (como su desconocimiento de la literatura sobre enseñanza universitaria y el de las dificultades de sus alumnos para comprender y aprender).  Dada la gran heterogeneidad del profesorado universitario hemos creído necesario realizar una clasificación de los docentes universitarios en función de sus creencias sobre la enseñanza. 
Es un hecho científico constatado que los profesores pueden evolucionar

 Según Schommer (1994) las creencias epistemológicas de los profesores pueden clasificarse en dos grandes tipos:  las naive o “ingenuas” y las sofisticadas o avanzadas. Las concepciones naive son simplificaciones dicotómicas que simplifican en exceso una situación tan compleja como la enseñanza universitaria. Se basan en dicotomías: tradición vs. Innovación y en estar a favor o en contra de uno de los extremos. Por el contrario, las epistemologías sofisticadas o avanzadas son más adecuadas a una realidad compleja y multicausal con múltiples matices. 
Según van der Vleuten (que algo debe saber del tema pues es catedrático de Educación Médica en la Universidad de Maastricht y Premio en Educación Médica por el Karolinska Institutet de Estocolmo) una gran mayoría de profesores universitarios abordan su docencia de una manera amateur, esto es, ignorando completamente la literatura publicada sobre enseñanza universitaria y siguiendo los dictados de la tradición de su departamento, no los de la literatura internacional publicada sobre la enseñanza en su disciplina. La conferencia en la que van der Vleuten  discutió el amateurismo docente de los profesores universitarios esta publicada y traducida al castellano y se titula "Más allá de la intuición ".  
A partir de la clasificación de Schommer, integrando la visión de van der Vleuten y combinándola con la clasificación de desarrollo cognitivo de Perry, he creado la siguiente taxonomía ecléctica para la evolución epistemológica del profesorado universitario hispano (recientes comunicaciones provenientes del otro lado del Atlántico me han informado que mi clasificación ecléctica también es válida para los profesores Catalanes, Chilenos y Argentinos e incluso para profesores de secundaria y bachillerato). Los profesores universitarios hispanos y del nuevo mundo podrían pues clasificarse en cuatro niveles epistemológicos principales que a su vez incluyen una serie de variantes muy interesantes y merecedoras de atención y estudio:

Primer nivel Dualismo

Se correspondería con el nivel de "simplificación dicotómica" de Schommer.  El profesor en este nivel comprende la enseñanza por medio de una serie dualidades o dicotomías en las que cree firmemente, por ejemplo:
El  alumno aprende del profesor.
El profesor representa el saber y la autoridad y el alumno la ignorancia.
El profesor lo sabe todo y no se equivoca, los alumnos no saben nada y se equivocan mucho.
Hay una sola respuesta correcta. La autoridad inapelable del profesor la determina con certera e infalible precisión.
El alumno aprende lo correcto repitiendo y regurgitando una y otra vez lo que el profesor (la autoridad) le ha enseñado (pero a diferencia del profesor, debe ser capaz de hacerlo sin mirar al powerpoint).
Los alumnos buenos aprueban y los malos suspenden.

Este tipo de profesor asume que, por supuesto, él enseña muy bien ergo si hay alumnos que no aprenden bien con él, la culpa debe ser de los propios alumnos que son malos alumnos, desde luego mucho peores que los de antes (a estos profesores no hay que mencionarles este tema porque se cabrean y les sube peligrosamente la tensión). Este análisis es muy conveniente pues si echamos la culpa de todo lo que va mal. a los malos alumnos no tendremos que analizar que es lo que podríamos hacer mejor, o preguntarnos si no seremos nosotros los malos profesores.

Los profesores en este primitivísimo estado de evolución se quejan de que los alumnos: no paran de hablar en clase, vienen a los exámenes en pantalones cortos, cometen muchas faltas de ortografía y lo peor de todo, no tienen respeto por sus malhumorados profesores. Es típico ver a estos profesores dualistas demostrar su enorme respeto y empatía por sus alumnos cuando se dedican a despotricar sobre ellos en las reuniones de coordinación (antes de que llegue el delegado de alumnos). En tal caso es mejor no intentar discutir con ellos pues sería como intentar argumentar con un rinoceronte en plena carga (lo sé por mis propias experiencias). 
Esto es así por que el profesor dualista no admite alternativas validas a su manera retrógada de pensar.  Dar su brazo a torcer y admitir la duda razonable, podría suponer tener que cambiar aspectos fosilizados de su docencia y hacer eso después de décadas de inmutabilidad absoluta les daría tanto trabajo de golpe que sólo de pensarlo se pondrían a sudar (y les subiría la tensión), por tanto para estos profesores, dudar de la eficacia de lo que uno hace para que los alumnos aprendan, no es una opción a considerar.
El dualismo es un estado estable (fósil) que puede mantenerse por muchos años y hasta décadas. Este estado tiende a petrificarse sino es desafiado desde fuera. Los profesores dualistas se resisten a trabajar en equipo con otros profesores pues no aceptan el hecho de que las autoridades disientan y lo mejor para evitar disentimientos es que cada uno enseñe por su cuenta y sin que sus compañeros sepan lo que hace.


El profesor dualista se convierte rápidamente en un profesor duelista al ser desafiado a hacer algo por  mejorar su docencia 

Si el que lee esto es un profesor dualista, seguramente le estará subiendo la tensión ahora mismo. Por este mecanismo, algunos profesores dualistas se convierten en “duelistas” (que se toman cualquier sugerencia de mejora de su docencia como una afrenta ignominiosa a su honor y a su dignidad académica) que sólo puede ser solventada mediante un duelo a muerte. Hay evidencias anecdóticas de esto. Cuando la universidad de Valencia regalo el libro “Lo que hacen los mejores profesores" de Ken Bain a su profesorado, algunos de los profesores que recibieron este regalo lo entendieron cómo una ofensa,  y escribieron airadas respuestas (que incluso algunos publicaron en Internet). Se sentían ofendidos pues un libro con un titulo así contradecía la creencia profundamente arraigada en muchos dualistas que consideran que hay profesores buenos y malos y que por supuesto ellos son de los mejores.
A este respecto Patricia Cross plantea el siguiente enigma: " an amazing 94 % [of college instructors] rate themselves as above average teachers,  and 68 % rank themselves in the top quarter of teaching performances.Usando la aritmética más sencilla podemos concluir que dentro del 50% de los peores profesores universitarios un 44%, es decir 7 de cada 8 malos profesores, no tienen una percepción nada realista de su autovaloración como docentes (y además también desprecian esas malditas encuestas de opinión de los alumnos sobre la docencia).
Vade retro Satanas


Estos profesores que se creen de los mejores (cuando realmente son de lo peor entre lo peor) no creen tener ninguna razón de peso para invertir más esfuerzo y energía en mejorar su docencia (si como es habitual, su institución no se la proporciona, por ejemplo ,amenazándoles con un despido fulminante) y por tanto siguen tan contentos haciendo lo que siempre hicieron (y copiaron de sus antecesores).

El dualismo es un estado caracterizado por su elevada comodidad. Una buena parte de los profesores universitarios españoles se han mantenido estancados en él durante muchos años y a veces décadas (y eso se pone en evidencia ahora por la falta de relevo generacional y la docencia remota de emergencia). Algunos profesores se mantienen indefinidamente en el dualismo porque en este estado el profesor  realiza muy poca reflexión metacognitiva autocrítica sobre su docencia (la capacidad para autoexaminar y criticar la propia docencia). La ausencia casi total de trabajo en equipo en la docencia de las universidades españolas impide a los profesores dualistas tener experiencias de docencia en equipo en las que contrastar sus ingenuas creencias con las de otros profesores con concepciones epistemológicas más avanzadas. 

 Distintas variantes de los profesores dualistas

La inmensa mayoría de los profesores dualistas son del tipo dualista tradicionalista. Para ellos los modos tradicionales de enseñar son siempre mejores que cualquier otra alternativa posible. Para los profesores dualistas no existe un método mejor que el suyo. Como diría Tolstoi: "Para un determinado maestro, el mejor método será aquel que mejor conozca". 

Su discurso podría resumirse de la siguiente manera. "Lo que hemos venido haciendo es lo mejor de lo mejor, no te plantees alternativas, no cambies nunca nada". En realidad sus razones profundas son hacer las cosas del modo más cómodo posible. Cuando se enseña de la manera más cómoda, lo más cómodo es repetirlo todo, un año tras otro. Hay muchos profesores así porque los profesores podemos elegir con mucha libertad y con escaso o nulo rendimiento de cuentas a nadie sobre como hacemos nuestro trabajo  y solemos preferir la máxima comodidad de los ineficaces métodos tradicionales a la incomodidad de los métodos innovadores que maximizan el aprendizaje como el aprendizaje activo, el aprendizaje inductivo y el aula invertida.

Un segundo tipo de dualista es el dualista absentista. El dualista absentista sigue dos máximas " 1. la docencia es una pérdida de tiempo, 2. no pierdas el tiempo" y la pone en práctica escaqueándose siempre que puede de sus obligaciones docentes y haciendo tender a cero el tiempo que dedica a la preparación de sus clases y a la evaluación del aprendizaje de su alumnos. Suelen conseguir este objetivo con gran eficacia y casi total impunidad, pues  son protegidos por sus superiores académicos a los que otorgan derecho de pernada académica. Sus jefes coautorizan las publicaciones JCR de estos profesores alérgicos a la docencia y hacen la vista gorda a sus reiterados incumplimientos y deficiencias docentes.
Existen sin embargo algunos dualistas estajanovistas (en honor al ejemplar minero soviético que era capaz de extraer más carbón el solo del que se necesitaba para calentar el Kremlin en el mes de febrero), que caen en el extremo contrario, un extremismo innovador, incansable e idealista. Para ellos, la innovación es siempre mucho mejor que lo tradicional (lo que obviamente no siempre es cierto). Son transformadores radicales que en su desmedido afán innovador se olvidan conservar lo mejor de lo que ya hacemos. Argumentos de estos profesores serían :"Hay que innovar todo. Quema los apuntes del año pasado y empieza a partir de cero." "Reta al alumno, déjale sin ningún apoyo y veras como aprende". Hay muy pocos profesores que profesen este tipo de dualismo estajanovista porque curran mucho más, sus instituciones les pagan lo mismo que a los otros y sus compañeros les tratan como a locos de atar.

Camarada Stajanov héroe  soviético del trabajo


En los últimos años ha aparecido un tercer tipo de dualista que es el innovador vago su lema es “innova más, para trabajar menos”. Este profesor que solo innova su docencia para trabajar menos todavía. Por ejemplo les da sus Power Points a los alumnos y sin proporcionarles modelos, supervisión y tutorías, (que es lo que debería hacerse en esta metodología) les pide a ellos que hagan todo el trabajo y los expliquen ellos en los seminarios. Mientras él puede dedicarse a otros asuntos menos demandantes y más placenteros como las relaciones públicas, el golf, los viajes transatlánticos y transasiáticos, la investigación de tercera (publicable en revistas de factor de impacto rastrero) o la alta política académica.
No nos quedemos entristecidos con este panorama tan negativo pues la verdad es que también hay profesores mejores, pero esos profesores serán tratados  en una próxima entrada en la que describimos los siguientes niveles de evolución del profesor universitario 


miércoles, 24 de octubre de 2018

Think, pair, share: ¿Puede decirse que la enseñanza es de calidad si no produce un aprendizaje de calidad? Yo pienso que no.



Está de moda hablar de la calidad de la enseñanza. Voy a aprovechar esta circunstancia para reflexionar sobre las conexiones entre la calidad de la enseñanza y la calidad del aprendizaje que aquella debe producir. Sobre la calidad de enseñanza hablan mucho quienes la usan para justificar que les den más medios y dinero. Yo sin embargo, soy de aquellos que creen que los dos factores más importantes en la mejora del aprendizaje son en primer lugar lo que los profesores hacen para ayudar a sus alumnos a aprender y en segundo lugar lo que los alumnos  hacen para aprender. Por ello soy de los profesores  "who go the extra mile effort" (que hacen el esfuerzo adicional) para conseguir una mejor calidad del aprendizaje en mis alumnos (y mucho de ese logro pasa por esforzarme para hacerles trabajar a ellos), lamentablemente en la universidad no somos la mayoría los que estamos dispuestos a hacer ese sacrificio adicional para que nuestros alumnos aprendan más y mejor.

 Soy un profesor preocupado por mejorar la calidad de la enseñanza desde que empecé a enseñar hace 23 años y hago lo que puedo para lograrlo tanto cuando los gobiernos suben los presupuestos de educación para ganar elecciones como cuando los bajan para evitar bancarrotas. Ello me llevó a centrar mi preocupación por el concepto de la calidad del aprendizaje y como la adopción de "nuevos" modelos y métodos de enseñanza aprendizaje podían fomentarlo. Si queremos aumentar la calidad de la enseñanza es obvio que deberemos reconducir los esfuerzos hacia la consecución de aprendizajes de mayor calidad y para ello deberemos posibilitar que el profesorado reoriente sus esfuerzos y planificaciones hacia la consecución de resultados de aprendizaje de mayor calidad.

 Habrá que cambiar y mejorar mucho nuestro modo de enseñar  para así  lograr alcanzar la calidad del aprendizaje de nuestros alumnos algún día. Yo llevo muchos años en este tema y durante la primera década del siglo XXI casi nadie hablaba de ello, no salía en los titulares. Con el advenimiento de la crisis económica y de la consiguiente crisis presupuestaría de pronto a algunos les empezó a preocupar la calidad de la enseñanza. Se produjo la paradoja de que hasta los que durante años se han mantenido felices recitando clases magistrales en las universidades pese a la pobreza del aprendizaje de sus alumnos, estaban irritados y enfadadísimos por la pérdida de calidad de la enseñanza. Parece que la calidad de enseñanza les importa a algunos cuando necesitan argumentos para mejorar sus condiciones laborales (cobrar más y trabajar menos). Otros  sólo se acuerdan de la calidad de la enseñanza cuando su partido está en la oposición y tienen que  sacar las pancartas a la calle para que salga en el telediario.

  Mi humilde opinión es que para hablar de calidad de enseñanza hay que entender lo que es aprendizaje de calidad (su producto). De este principio podemos deducir que quien no entienda lo que es el aprendizaje de calidad sólo dirá tonterías acerca de la calidad de la enseñanza (he oído a unos cuantos). También podemos deducir que si no sabemos lo que es aprendizaje de calidad, no podremos producir enseñanza de calidad aunque nos doblen la plantilla de profesores (los recursos, el sueldo o los interinos). ¿Cómo vamos a lograr aprendizaje de calidad, si no sabemos lo que es?

La reflexión sobre la calidad del aprendizaje (el producto de la enseñanza) me ha permitido ver con claridad que la calidad de los aprendizajes de nuestros alumnos tiene muy poco que ver con los presupuestos generales del estado y mucho más con la claridad de propósito y la voluntad de los profesores que deben enseñar y todavía más con su capacidad de redirigir en las direcciones apropiadas las voluntades  y los esfuerzos de sus alumnos (para que obtengan esos aprendizajes de calidad deseados).

Por ello suelo hacer razonar a mis alumnos de mis cursos de formación del profesorado sobre lo que es el aprendizaje y sobre las características que debe tener un aprendizaje para ser de calidad. En mis cursos de formación del profesorado suelo realizar un ejercicio a traición de aprendizaje activo que consiste en pedir a la audiencia de profesores que piensen en las características que debe tener un aprendizaje para poder ser considerado un aprendizaje de calidad.

Dado que este tema de reflexión es nuevo para la inmensa mayoría de los profesores que no pensamos tanto en los aprendizajes de nuestros alumnos como en lo que nosotros mismos tenemos que enseñar y contar según diga el programa de la asignatura. A veces nos cuesta sudores el encontrar características que permitan decir que un aprendizaje es de calidad. Para ayudar a mis voluntariosos alumnos-profesores a salir de este bloqueo mental les ofrezco una sugerencia de estrategia: “Si no se os ocurren características de los aprendizajes de calidad, podéis pensar en que características tienen los aprendizajes de más baja calidad  y desde ahí intentar llegar a las características contrarias.”

Les dejo pensar un rato. De esta manera los participantes primero piensan individualmente (Think) y apuntan las características  que se les ocurren. Cuando veo que los bolígrafos de algunos dejan de escribir les digo “ya podéis comentar las características con el compañero o compañeros de al lado” (Pair). Después de compartir y discutir en parejas o pequeños grupos damos paso a una tercera fase (share) en la que los distintos grupos aportan las características que han identificado y se va discutiendo y comentando sobre ellas.  Yo actuo como secretario y voy tomando notas en la pizarra o en un whiteboard de las aportaciones de los distintos grupos y las relaciones y asociaciones entre ellas.


Finalmente saco mis listas de características (primero las del aprendizaje de mala calidad):

y luego las del aprendizaje de calidad y vemos que entre todos habíamos identificado la mayoría de ellas en la actividad de think, pair, share. 


Con la excepción de la imagen de Lisa Simpsom el resto es creación del grupo de innovación Magistrales Anónimos, con las valiosas aportaciones originales de los 2.500 profesores que han participado en nuestros cursos de formación del profesorado.

A continuación visionamos el vídeo “five minutes university” con subtítulos en castellano

La tesis del monologista, el Padre Sarducci es: si solo tuviera que enseñar a mis alumnos lo que van a recordar cinco años después de graduarse, podría enseñarles sólo eso y darles el título en cinco minutos (cobrándoles sólo 20$).  
El vídeo lleva al extremo del absurdo risible, lo que es algo absurdo pero culturalmente aceptado: evaluamos y certificamos como aprendizaje válido y de calidad, lo que nuestros alumnos han memorizado en su memoria a corto plazo. Lo curioso es que luego a los profesores  nos extrañe que los alumnos olviden el 90% de lo que han "aprendido" cuando realmente hemos evaluado otra cosa:  no lo que han aprendido sino aquello con que han conseguido atiborrar su memoria a corto plazo.
El contraste con las universidades reales es tan escaso que el resultado es muy esclarecedor. Despilfarramos mucho tiempo transmitiendo de modo ineficaz información cuya retención a corto plazo será evaluada y olvidada en su mayor parte poco después. Una información y habilidades de resolución de problemas muy específicos  y alejados de la realidad que casi nunca serán transferidas en el futuro (Transferable skills rarely transfer  de Graham Gibbs). En fin, una lastimosa perdida del tiempo de todos.


Después de la reflexión sobre las características del aprendizaje de calidad  y de ver el vídeo U5M suelo plantear la siguiente cuestión: 



 ¿Es el aprendizaje universitario que obtenemos en la actualidad de la máxima calidad posible (dadas las circunstancias ciertamente adversas)?



El consenso suele ser que no, claramente lo que hacemos actualmente la mayoría de los profesores universitarios produce aprendizajes de una calidad muy pobre (hay honrosas excepciones). Yo les consuelo y conforto diciéndoles que la ventaja de que enseñemos tan mal es que no nos será muy difícil mejorar en algo.

Mi creencia es que incluso en las actuales circunstancias el aprendizaje de nuestros alumnos podría mejorarse mucho si los profesores hiciéramos mejor nuestro trabajo


1º escogiendo mejor y enfocándonos en la consecución de aquellos resultados de aprendizaje más esenciales, 

2º cambiando lo que hacemos en clase, y lo que harán nuestros alumnos para aprender dentro y fuera de ella

3º  cambiando lo que evaluamos y cambiando la manera de evaluarlo.

El primer grupo de cambios se refiere a la elección de resultados de aprendizaje que condiciona en gran parte la calidad estos mismos. Si no elegimos aprendizajes de calidad como nuestros objetivos y nos proponemos su consecución como algo prioritario, será altamente  improbable que estos se alcancen. Por ello debemos:

1. Centramos en resultados de aprendizaje que serán útiles a nuestros alumnos en el futuro.

2 Centramos en aprendizajes que capacitan, que hacen competente para el desempeño de los perfiles profesionales propios de la titulación.

3. Poner el énfasis en aprendizajes que no tengan fecha previsible de caducidad.

4. Enseñar a nuestros alumnos a autorrenovar por si mismos su aprendizaje cuando ellos mismos detecten que es necesario ampliar, profundizar o actualizar su aprendizaje en algún tema concreto.

5. En lugar de entrenar en habilidades transferibles educarles mas bien en la habilidad para afrontar nuevas situaciones a las que transferiremos lo que sabemos y sabemos hacer.

El segundo grupo de cambios se refiere a las metodologías de enseñanza aprendizaje. Estas  favorecerán  el aprendizaje de más calidad si: 

1. Hacen que el alumno aprecie la relevancia de los resultados de aprendizaje para su formación y su futuro personal y profesional.

2. Buscan conocer el estado actual del alumno y ayudarle a desarrollarse a cambiar a mejor.

3. Facilitan  cambios positivos en actitudes y valores hacia los que deben regir y dirigir la actuación profesional ejemplar.

4. Ayudan a que el alumno construya significado relacionando los nuevos conocimientos y habilidades con aquello que ya sabía o sabía hacer con anterioridad. 

5. Posibilitan que los alumnos aprendan a razonar críticamente.

6. Posibilitan que los alumnos desarrollen su creatividad por medio de cuestiones abiertas, proyectos y problemas de diseño.

7. Apelan a la emotividad del alumno al ser enmarcados en actividades que provocan respuestas emocionales en  nuestros alumnos y les divierten
   
8. Proporcionan oportunidades para la práctica de lo aprendido, la autoevaluación y la autorregulación.


El tercer grupo de cambios se refiere a las metodologías de evaluaciónLa evaluación puede favorecer aprendizajes de calidad de las siguientes formas.

1.Indicando al alumno cuáles son los aprendizajes de calidad que debe desarrollar para tener éxito en la evaluación.

2.Favoreciendo el  aprendizaje fruto de un esfuerzo continuado (durante todo el cuatrimestre) que imbrica el estudio no presencial  con la interacción presencial por medio del Just intime teaching, el peer teaching, el team based learning o flipped learning.

3.Evaluando aprendizajes con futura utilidad profesional (ABP, proyectos, casos y viñetas clínicas

4.Evaluando comprensión profunda (estructura de la comprensión observada   cómo resultado del aprendizaje SOLO taxonomy) así favoreceremos un abordaje orientado a la comprensión y la transferencia.

5.Evaluando aplicación avanzada y transferencia a nuevas situaciones que requieren razonamiento (análisis, síntesis, evaluación)  (Bloom taxonomy)

6.Evaluando competencias de manera estructurada (ECOE, rúbricas)

Finalmente suelo dejar en el aire la siguiente cuestión:

¿Podemos decir que una enseñanza es de calidad si no produce en los alumnos que la cursan aprendizajes de calidad?

Suelo acabar con la cita de John Biggs al respecto 
"The quality of teaching and learning, 
so bad ten or so years ago, 
is now recognised as a priority and is improving, 
but in some universities
much more than in others."

y para la reflexión dejo las preguntas

¿Qué tal está mejorando la calidad del aprendizaje en tu universidad?
¿y en tus propias asignaturas?


Espero haber aportado algunas ideas, para que las pongan en práctica los que están realmente preocupados por el aprendizaje de sus alumnos y por la calidad de la enseñanza (no para usarla como eslogan, bandera o pancarta) .  


A los que quieran opinar sobre si nuestras instituciones educativas hacen todo lo necesario para mejorar la enseñanza y el aprendizaje pueden responder a los cuestionarios sobre implementación de buenas prácticas en enseñanza universitaria en la correspondiente entrada de este blog en el link